lunes, 27 de agosto de 2012

Los anónimos del Olimpismo


Hace poco que terminaron las Olimpiadas. Hace poco que afronto un nuevo reto personal en el que no se incluye el seguir publicando en este blog. Hace poco que hicimos limpieza en el trastero, y hace poco que rescaté del olvido mis viejas carpetas llenas de recortes de prensa. Revisando todos aquellos momentos, con una ligera mirada de nostalgia y de añoranza por los buenos momentos vividos, si tengo que escoger una foto que resuma todos aquellos recuerdos, me quedo con esta que os mando.
Sirva esta foto como un humilde homenaje a los verdaderos héroes del deporte en España. Un humilde pero sincero y sentido homenaje a mis padres en particular, y a los cientos o miles de padres y madres en general, sin cuyos sacrificios los deportistas no saldrían adelante, sin cuyo apoyo incondicional el deporte en este país estaría huérfano. Un homenaje por todas esas vacaciones yendo de piscina en piscina, de competición en competición sin el más mínimo reproche en su rostro. Por todas esas noches de espera en la pecera de la piscina al final de un largo día de trabajo. Por todas esas horas “robadas” dedicadas a gestionar un club abocado a desaparecer. Por esa entrega desinteresada, ese aliento incansable, ese incesante ánimo a seguir hacia delante. Por tantos y tantos sábados y domingos, horas interminables en piscinas sofocantes y de ambiente irrespirable. Por ese abrazo en la desolación. Por esas lágrimas compartidas en la alegría.
En España, las medallas se las cuelgan los políticos, el esfuerzo físico lo hacemos los deportistas, pero el mérito, el verdadero sacrificio lo hacen, sin lugar a dudas, los padres y madres que desde el anonimato sostienen, apoyan y en muchos casos hasta gestionan el deporte en este país. Como ex deportista y como aficionado al deporte de alta competición, vaya mi más sincero agradecimiento a todos ellos.

1 comentario:

  1. Mandé un comentario desde mis vacaciones pero veo que no se ha publicado. Como madre aludida, me reconozco en tus palabras, pero no hacemos más que apoyar el sueño de nuestros hijos; perseguir su felicidad (que es la nuestra) sin esperar que se reconozca nada más que la emoción de las miradas cuando se ha conseguido una ilusión que se puede compartir con lo que más quieres.
    Hacemos sacrificios, es cierto; pero también tenemos recompensa aunque no sea tangible.
    Soy madre de una deportista, como he dicho, y sé de lo que hablas. Pero la felicidad que he sentido (primero como tía) no lo sabemos nadie más que quienes lo hemos vivido. Esos abrazos, esas lágrimas, a veces de consuelo, a veces de emoción incontenida... eso equilibra todos los esfuerzos. Y os lo debemos a vosotros. Gracias, SIEMPRE

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